SOBRE RESISTENCIA Y ESPACIO DOMÉSTICO
“El retrato es un género inicialmente propio de la pintura,
que pasó a ser cultivado por la fotografía del siglo XIX especialmente para la
recreación de la memoria de la estirpe familiar que se reservaba para su
exposición en el espacio central del salón de la casa. Abuelos, padres o hijos
componían así un retablo vivencial engalanado con los mejores atuendos (a veces
prestados o alquilados en los casos de modestas economías). Las figuras
pertenecientes a mis series, han sido rastreadas tras la apropiación de
imágenes extraídas de mis propios álbumes fotográficos familiares. El concepto
de “apropiación” fue acuñado por el crítico de arte Douglas Crimp, quien
organizó la exposición “Pictures“, a la que invitó a artistas que no trabajaban
con imágenes originales, sino de las que se apropiaban de otros autores para
jugar con ellas y crear una nueva narración.
La mayoría de estos rostros, pertenecen a viejas fotografías
inicialmente tomadas en clásicos estudios profesionales a los que acudía el
cabeza de familia con su mujer e hijos, de ahí la importancia del gesto, la
pose marcada y la potenciación del rol que le es asignado a cada miembro de la
estructura familiar. Mi trabajo fotográfico gira en torno a lo visible frente a
lo invisible, a los conceptos del simulacro y a los artificios del disimulo
como forma de supervivencia. El resultado obtenido mediante la remarcación de
la piel o del espacio, permite que aflore el mundo interior del protagonista,
que es lo que el fotógrafo “profesional” ha intentado disimular dando lugar a
un juego perverso entre lo visible y lo invisible, y más concretamente, entre
lo expuesto y lo subexpuesto.
La intención del arte apropiacionista,
influenciado por las teorías posmodernas se sumaba a las líneas de resistencia
hacia las formas de poder a través del desplazamiento y la sustitución para
desmitificar un sistema ideológico basado en el pasado. En mayor o menor medida,
a través de esta serie de piezas se ha intentado establecer una reflexión sobre
la ficción oculta bajo la representación del hogar como espacio de sosiego y
protección, Tras las poses claramente inducidas como señales de inocencia o
felicidad, se ocultan a modo de trampa, miradas inquietas, desconfiadas o
ignorantes, inmersas en un contexto arquitectónico amenazante a veces, ruinoso
en otras ocasiones, pero siempre caracterizado por su opacidad.
La reflexión latente bajo estas piezas de medio y pequeño
formato, no es tanto un acercamiento a los condicionantes impositivos hacia la
mujer dentro del espacio privado como una reflexión sobre la dificultad de ser
uno mismo en un territorio dominado por el ejercicio del mandato. Me interesa
el desvelamiento de la farsa teatral dentro del espacio doméstico por lo que
tiene de ataque a la institución machista como violencia estructural,
culturalmente impuesta y mal resuelta, especialmente en un espacio cerrado,
invisible y mudo, hecho que acrecienta su peligrosidad, pero me interesa sobre
todo la empatía con el vulnerable y la exposición fotográfica de las formas de
supervivencia en cualquier entorno hostil”.
SOBRE RESISTENCIA Y PAISAJE
“Ocupar
el espacio implica intentar comprender el sentido que encierra como
experiencia, incluso cuando se trata de un espacio desierto aparentemente
deshabitado, pues esa tierra baldía suele hallarse poblada de metáforas. Bajo
ese entramado simbólico que remite a la ausencia de luz, al silencio o al
vacío, late un mundo de lo recóndito que persigue la conciencia de su
existencia. El paisaje en términos históricos dentro del terreno de la creación
artística, se sirve de la representación pictórica del entorno natural, a
través de la tensión establecida entre cultura y naturaleza, recordándonos el
carácter ambiguo como construcción cultural, a medio camino entre la naturaleza
y el artificio, obteniendo una imagen poblada de análisis espectrales en
palabras de R. Barthes en su “Retórica de la Imagen”.
Mi
trabajo fotográfico parte de la confrontación del horizonte sublime formulado
en el periodo romántico que solo persiste en su reverso degradado, asumiendo
que toda imagen constituye una exposición en el tiempo. Todo mi trabajo de
paisaje gira en torno al concepto de Resistencia, como el arte de hacer de la
adversidad nuestra propia fortaleza para lograr transformaciones
trascendentales.
Identidad
y diferencia es otro de los binomios de estructuración del entorno,
transfiriendo a lo político y a lo social estados psíquicos en los que se
conjuga lo simbólico con lo real. El significado del paisaje presentado en mis
imágenes, se construye mediante las relaciones que se establecen ante el
espectador en cada “site specific” entendiendo esto no como un lugar
físico exclusivamente, sino cultural, subjetivo y experiencial, cuya lectura se
complementa a partir de la proyección del sujeto sobre la realidad. La resistencia a la jerarquía es una cuestión
de responsabilidad consciente con el futuro. Resistir es también residir, de
manera que el dialogo que se establece entre mi producción artística y el
territorio, plantea la resiliencia como una forma de sobreponerse a las
insuficiencias consciente de los vacíos por donde atraviesa, siguiendo el
pensamiento de Marta Traba (1923-1983) en su obra “Cultura de la resistencia y
estética del deterioro”.
El
árbol herido resiste casi muerto y el sujeto que mira, asiste silente y casi
muerto también, a ese deterioro que en este caso, no puede impedir de forma
paralela al descubrimiento de la esterilidad física y espiritual del ser
humano, como metáfora que nos remite a la vida misma. La esterilidad existencial en un espacio yermo reconstruye
la experiencia que los hombres han emprendido como una desoladora búsqueda del
sentido de su existencia en un mundo
decadente y desorientado.
Los
paisajes son construcciones políticas y generalmente responden a necesidades
sociales. Los paisajes contemplados a partir de lo estable no dañan ni ofrecen
resistencia, mientras que la sacudida de lo inesperado, a través de la
repetición en el devenir de su transformación, impone cierto afán de
conocimiento aunque ese deseo de conocimiento nos dirija inevitablemente hacia
la llegada de la muerte. Cada sección por lo tanto, se explica a través de una
alegoría vital y existencial en torno a la capacidad de resistir, donde el
paisaje está dando voz realmente a quienes lo habitan en su soledad”.
Y no tendrá poder la muerte
las gaviotas no gritarán ya más en
sus oídos
ni las olas romperán clamorosas en
las playas;
donde alentó una flor puede que nunca
más
una flor alce su cabeza a los golpes
de la lluvia;
aunque estén locos y totalmente
muertos
iniciales golpean entre las
margaritas.
Irrumpen en el sol hasta que el sol
sucumbe
y no tendrá poder la muerte.
DYLAN THOMAS
SOBRE RESISTENCIA Y APARIENCIA
“Todos guardamos secretos que nos destruirían".
JACOBO BERGARECHE